Es cierto que las amenazas nos generan  ansiedad, pero lo ocurrido en la historia debería llevarnos al optimismo 

El advenimiento de la revolución industrial en la Inglaterra de finales del siglo XVIII provocó un enorme resquemor al contemplar muchas capas de población cómo las fábricas reemplazaban el trabajo de los gremios. Una facción, los “luditas” decidió remediar la situación mediante la destrucción de fábricas a través de métodos terroristas. El Parlamento inglés aprobó en 1812 la pena de muerte para los perpetradores de dichos ataques. Uno de los condenados a muerte, John Booth, afirmó antes de ser ejecutado: “las nuevas máquinas podrían ser una bendición en vez de una maldición si la sociedad estuviera organizada de una forma diferente”.

La revolución generada por Chat GPT y la inteligencia artificial generativa (IAGen) que la constituye se puede aproximar en parte a la época aludida en el párrafo anterior. En Arcano Technology Research hemos publicado un amplio informe en el que desarrollamos las implicaciones de Chat GPT y de la IAGen en la economía, en valoración, en las funcionales de cada departamento de una empresa, en sectores, en tecnología, y en geopolítica. Contemplemos alguno de sus mensajes:

Primero, la irrupción de esta tecnología puede suponer la desaparición de una quinta parte de los trabajos, según varias fuentes académicas. Por supuesto, la historia nos enseña cómo aparecerán también muchos trabajos nuevos, pero en la transición se generará mucho daño social. La respuesta, como tantas otras veces a lo largo de la historia, consistirá en adecuar la formación reglada y la continua a las nuevas necesidades y oportunidades que surjan de este contexto. Observemos un ejemplo: en 1973 se introdujo el cajero automático. Entonces se predijo que una parte importante de los 150.000 empleados de banca en sucursales perderían su puesto. A fecha de hoy trabajan en estos puestos casi el doble, pero su función ha cambiado, desde la dispensación de efectivo de entonces a la venta de seguros y fondos ahora.

Segundo, una revolución tecnológica acarrea el poder producir más en menos horas. La consecuencia es un abaratamiento de los bienes y servicios que se pueden comprar en el mercado. Por ejemplo, comprar un lavaplatos “costaba” 400 horas de trabajo en la década de 1920 (entonces se trabajaba unas 2.000 horas al año por persona), ahora “cuesta” unas quince (y trabajamos unas 1.500). Pues bien, si las pasadas revoluciones industriales han abaratado sobre todo el precio de los bienes, la inteligencia artificial generativa abaratará los precios de los servicios. La consecuencia será que la renta que ahorremos en consumir estos servicios nos permitirá adquirir otros, lo que incrementará el PIB.

Tercero, si las revoluciones tecnológicas tardan bastantes años en generar efectos económicos y empresariales duraderos, esta vez los impactos se dejan sentir en meses. Chat GPT salió al mercado en su versión actual en noviembre del año pasado. Desde entonces se ha producido un profundo impacto en la valoración de unas cuantas empresas, impulsando una de las más importantes subidas tecnológicas de los últimos veinte años. Otras empresas, negativamente afectadas, también han visto como su valor se ha visto reducido a la mitad. El motivo es la rápida adopción de Chat GPT (posiblemente de las más rápidas de la historia) así como su facilidad de utilización.

También exponemos en el informe alguno de los relevantes riesgos emergentes, ya que las oportunidades tecnológicas vienen de la mano de las amenazas. Como escribió George Orwell 1946 “el lenguaje político hace que la mentira parezca verdad”; Chat GPT puede potenciar con creces este efecto. Será mucho más fácil generar contenidos falsos tanto escritos, como mediante imágenes y videos, algo que podría afectar a la reputación corporativa, al riesgo de sufrir un ciberataque y a la propia calidad de una democracia.  

William Jones afirmó en el siglo XVIII “la raza humana… no puede ser feliz sin virtud, no puede ser virtuosa sin libertad, y no puede ser libre sin conocimiento racional”. En el fondo, estas ideas subyacen a las interacciones entre las revoluciones tecnológicas e industriales. Es cierto que las amenazas nos generan ansiedad, pero el conocimiento de lo que ha ocurrido en la historia nos debería llevar al optimismo: la tecnología nos ha ayudado a trabajar menos, a vivir mejor, a aumentar nuestra renta per cápita y a mantener un nivel de desempleo bajo.  

Quizás la reflexión del condenado a muerte se hizo verdad según la tecnología fue transformando a las sociedades.