La particularidad de esta disrupción es que, si en el pasado la automatización destruyó mucho trabajo fabril (blue collar), esta vez los académicos parecen coincidir en que la destrucción de trabajo que tendrá lugar con la IAGen se concentrará en trabajos de universitarios (white collar).

Hace un año que OpenAI sorprendió anunciando una poderosa aplicación de inteligencia artificial generativa (IAGen), soportada por un gran modelo de lenguaje altamente entrenado mediante aprendizaje profundo.  Posiblemente se trata de la tecnología más disruptiva desde la popularización de internet a finales de los años noventa.  En dos meses, la aplicación había sido descargada por cien millones de usuarios, ritmo de implantación no observado hasta la fecha.  Paralelamente se han lanzado muchos otros grandes modelos de lenguaje, y un gran número de empresas están adoptando unos u otros.  Desde hace un año, la investigación académica ha publicado una cantidad considerable de papers sobre las consecuencias que el despliegue masivo de la IAGen tendrá en las economías.  Muchos parecen coincidir en dos conclusiones: generará muchos despidos y también mucha productividad.

Si analizamos el primer factor, los papers estiman que entre uno o dos empleos de cada diez están llamados a desaparecer, ya que sus funciones serán desempeñadas por la IAGen.  Esto no quiere decir que el desempleo subirá entre un 10% y un 20%, ya que también aparecerán muchos trabajos nuevos, como la historia nos ha mostrado en anteriores revoluciones tecnológicas.  La particularidad de esta disrupción es que, si en el pasado la automatización destruyó mucho trabajo fabril (blue collar), esta vez los académicos parecen coincidir en que la destrucción de trabajo que tendrá lugar con la IAGen se concentrará en trabajos de universitarios (white collar).  Los trabajos de personas jóvenes son los que estarán más seriamente amenazados, algo que agravará la ya preocupante desigualdad generacional.  Con todo, la gente joven es más susceptible de ser reentrenada para poder ocupar los nuevos trabajos que irán surgiendo.  Esto exige una respuesta preventiva por parte de Gobierno y empresas: crear escudos que limiten el daño que se avecina entre este colectivo, y acelerando la formación preventiva para preparar a los jóvenes para que puedan trabajar en las nuevas ocupaciones (ciberseguridad, inteligencia artificial, sostenibilidad, etc.).

Otra consecuencia de la desaparición de trabajo será la presión salarial a la baja en las profesiones con más riesgo de automatización.  Por ejemplo, un programador recién licenciado en los EEUU puede aspirar a ganar más de 90.000 dólares debido a la intensa demanda de su perfil.  Sin embargo, un paper de Microsoft mostró cómo la IAGen permite a los programadores realizar sus tareas en un 55% menos de horas.  La consecuencia es que sobrarán entre un tercio y la mitad de los programadores.  Una menor demanda de horas se traducirá en recorte en estos salarios, algo que generará desinflación en ciertos sectores, especialmente en el de servicios.  Un programador de los EEUU ganará mucho menos en dos o tres años.  Como aperitivo, una reciente investigación ha mostrado ya cómo profesiones free lance expuestas a la competencia de la IAGen (escritores y editores) ha experimentado una reducción de su demanda desde la aparición de ChatGPT, lo que a su vez ha provocado ya una deflación salarial cercana a un 5% en ambas profesiones.  Como la IAGen va a afectar a muchos sectores, sobre todo en el segmento de servicios, que comprende casi cuatro quintas partes de la economía, a medio plazo nuestra preocupación no será la inflación, sino la desinflación.

En la parte positiva, la investigación académica parece coincidir en que el despliegue masivo de IAGen provocará intensos incrementos de la productividad.  Si esta viene creciendo a un ritmo de un 1,5% anual en los EEUU y a un 1% en Europa, los papers parecen coincidir en que este crecimiento podría duplicarse.  El motivo es que la tecnología permitirá producir más bienes y servicios en menor tiempo.  Más productividad generará más crecimiento económico y menores déficits fiscales.  Además, los trabajadores no desplazados por la tecnología podrán realizar su trabajo en menor tiempo, lo que podría redundar en mayores salarios o menores jornadas laborales.  A su vez, un mayor crecimiento económico motivado por mayor productividad contribuirá a crear más empleo, otro factor que minorará la destrucción expuesta al inicio de este artículo.  Los incrementos de productividad no son disquisiciones teóricas.  Varios papers recientemente publicados analizan la implementación de la IAGen en casos concretos de empresas, observándose incrementos de productividad que oscilan entre el 19% y el 40% en un periodo de seis meses.  Asombroso.

Las implicaciones corporativas son muy profundas.  Las empresas que desplieguen exitosamente la IAGen y obtengan mejoras de productividad podrán ofrecer sus servicios a precios más competitivos, desplazando del mercado a los competidores que no hayan hecho sus deberes.  Esto explicará importantes divergencias en la valoración de empresas.

El CEO de Cisco afirmó recientemente: si usted considera invertir en una empresa, plantee estas tres preguntas a su CEO. Primera: ¿Cuál es su estrategia actual en IAGen? Segunda: ¿Cómo ha variado dicha estrategia? Tercera: ¿Hacia dónde cree que evolucionará?  Acto seguido expuso: «si el CEO no sabe responder a las tres, no invierta en dicha empresa».

Esto, en solo un año.