La participación de la economía estadounidense en el PIB mundial ha subido, ensanchando la diferencia frente al país asiático, lo contrario de lo que se preconizaba

Reflexionando sobre el consenso que afirma que China crece más que EEUU y que su economía superará en tamaño de PIB corriente a la estadounidense, me he acordado de Francis Bacon, quien, en su Novum Organum, uno de los tratados clave en el desarrollo del método científico en el siglo XVII, escribió: «Pues el hombre cree especialmente aquello que desea ser verdadero».   

A cierre del tercer trimestre de este año, la economía china había crecido nominalmente un 3,5%, y la norteamericana, un 6,4%.  Aunque el crecimiento nominal a veces se obvia (a mayor inflación, mayor crecimiento nominal), sí se tiene en cuenta a la hora de comparar el tamaño de dos economías en dólares.  Desde hace unos cuantos años, muchas casas de análisis han preconizado que la economía china superaría a la estadounidense en términos de PIB nominal. Como esto no acaba de ocurrir, y además la brecha comienza a ensancharse, las casas suelen responder retrasando el año de la famosa «convergencia».

En realidad, es posible que dicho evento no ocurra.  Al final el crecimiento nominal de un país depende de tres factores: a) horas trabajadas, b) productividad por hora trabajada, y c) deflactor de PIB, que en gran parte coincide con la senda de inflación.  Las horas trabajadas dependen de cuánta gente joven entra al mercado laboral frente a cuánta gente mayor se jubila, ajustado principalmente por inmigración de población activa.  La productividad, depende del crecimiento del stock de capital y de la capacidad de producir más con los medios existentes, factor conocido como «productividad total de los factores».  La inflación, de la relación entre demanda y oferta de bienes y servicios.  Pues bien, el primer factor tiene una contribución negativa en China y positiva en EEUU, por la evolución de la demografía y la inmigración neta, generando un diferencial de variación de horas trabajadas a favor de EEUU de aproximadamente un 0,5%, y más adelante (a partir de 2030), un diferencial más cercano al 1% (la población activa crecerá marginalmente en EEUU y comenzará a caer al 1% anual en China).  El segundo factor —crecimiento en productividad— favorece más a China que a EEUU (en China, alrededor de un 1,5% en el periodo 2000-19), ya que es más fácil hacerla crecer desde niveles de desarrollo bajos que desde niveles altos.  Con todo, la productividad china cada vez aumenta menos, algo explicable por tratarse de una economía sobreinvertida (lo que provocará menores crecimientos de stock de capital futuro), además de porque el sector público desplaza cada vez más al privado (el primero menos productivo que el segundo) en la economía, y por el hundimiento del flujo de inversión directa extranjera, algo que afecta negativamente a la productividad.  Estas dinámicas estrechan cada vez más el diferencial en crecimiento por productividad entre ambos países.  Finalmente, EEUU afronta inflación menguante pero estructural, y China, presiones deflacionistas.  Así, mientras la inflación americana se sitúa al 3,1%, China experimenta caídas de precios del 0,5%.  O sea, un diferencial a favor de EEUU del 3,6%.  

La suma de los tres diferenciales explica por qué la economía norteamericana crece más que la china.  La consecuencia es que la participación de la economía estadounidense en el PIB mundial ha subido, ensanchando la diferencia frente al país asiático, lo contrario de lo que se preconizaba.

Se ha afirmado que para comparar economías es mejor analizar datos con poder de compra ajustado (PPP, por sus siglas en inglés).  Es cierto si se intenta medir el estándar de vida de un habitante, pero es más discutible si se analiza la producción agregada de un país.  Si el país A produce 10 barras de pan y tiene 10 habitantes, y el país B produce 7 barras de pan y tiene 40 habitantes, si el coste de la barra de pan es la mitad en términos relativos en el país B frente al A, se podrá ajustar este factor en el PIB per cápita para entender el estándar de vida de un ciudadano, ya que, en términos relativos, aunque los habitantes del segundo país vivirán peor que los del primero, la realidad es que el nivel de vida no será tan malo como la división entre la producción y los habitantes, sino que habrá que matizar esto con el coste relativo de los bienes y servicios de cada país.  Sin embargo, en términos absolutos el primer país produce 10 barras, el otro 7.  Si cada barra de pan vale dos dólares, un país produce 20 dólares, el otro 14.  Es lo que se intenta medir cuando se afirma que un país superará a otro en PIB corriente.  A fecha de hoy la economía de EEUU produce unos 25 billones de dólares, y la de China, 18.

Si analizamos crecimientos reales (netos de inflación), el crecimiento real anualizado del tercer trimestre se acerca al 5% en ambas economías.  Es cierto que el estadounidense ha estado impulsado por factores coyunturales, sobre todo, por el consumo inducido por estímulos fiscales a los hogares cercanos al 7% del PIB ejecutados durante la pandemia.  También es cierto que, en términos reales, China, al partir de una base mucho más baja de PIB per cápita, tendrá más fácil crecer algo por encima de EEUU durante unos años en términos reales.  Con todo, el diferencial en términos reales se ha estrechado, y si se tienen en cuenta los datos de inflación, los crecimientos nominales de EEUU acaban estando por encima de los de China, tendencia que puede que se mantenga a futuro.  Es posible que China experimente un periodo de deflación o de desinflación debido a su crisis inmobiliaria, algo que podría generar una crisis financiera, en cuyo caso su crecimiento real sería significativamente inferior al proyectado por el consenso.  En teoría la divisa de un país que experimente menos inflación que la de otro con mayor inflación debería apreciarse.  Sin embargo la presión en la divisa china es bajista, no alcista, por factores mucho más complejos.

Esta proyección, junto con la del estrechamiento de diferencial en productividad y relación favorable a EEUU en demografía vuelve a señalar lo relevante: el crecimiento nominal de EEUU superará al de China, por lo que seguirá siendo la primera economía del mundo.

El filósofo danés Soren Kierkegaard afirmó «la vida solo se puede entender hacia atrás, pero hay que vivirla hacia delante». 

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