Los primeros riesgos geopolíticos identificados por el Council on Foreign Relations atañen por primera vez a EEUU, no al resto del mundo. 

Hegel afirmó: “A menudo se aconseja a los gobernantes, a los estadistas y a las naciones que aprendan lo que la experiencia histórica les pueda enseñar.  Pero la lección de la experiencia y de la historia es que las naciones y los gobiernos nunca han aprendido nada de la historia”.  Observemos en esta columna los mayores riesgos geopolíticos del año en curso, y recordemos la frase de Hegel, por si pudiera tener algo de razón, unos siglos después.

Llevo muchos años siguiendo al Council on Foreign Relations (CFR).  Se trata de uno de los think tanks más importantes de los EEUU.  Fundado en 1921, su propósito es generar documentos de alto valor añadido para inspirar la política exterior.  Su publicación más conocida es su revista Foreign Affairs, que lleva editándose desde 1924.  CFR es un organismo independiente, sin afiliación política, y financiado por empresas e instituciones miembros.  

Durante los últimos 16 años, el CFR publica un documento denominado Preventive Priorities Survey sobre los mayores riesgos geopolíticos del año.  Lo elabora una red de cientos de expertos en política exterior afiliados al CFR.  Suelen aparecer recurrentemente riesgos como el programa nuclear iraní, el balístico de Corea del Norte o posibles conflictos asociados a la expansión marítima de China.  En el documento, los potenciales conflictos se dividen en tipo 1 (probabilidad alta), tipo 2 (probabilidad media) y tipo 3 (probabilidad baja).  Además, cada conflicto se clasifica no solo por la probabilidad de que ocurra, sino por el impacto geopolítico que puede representar (alto, medio, bajo), generándose así una matriz entre probabilidad de ocurrencia e impacto asociado.

Lo revolucionario del informe de este año es que, por primera vez, los dos primeros riesgos geopolíticos identificados atañen a los EEUU, no al resto del mundo.  Ambos son de alto riesgo y de alto impacto.  Se refieren, por un lado, al riesgo de que alrededor de las elecciones presidenciales estadounidenses, y como consecuencia de la enorme polarización que vive el país, surja violencia y terrorismo doméstico (originado por ciudadanos autóctonos), y por otro, al riesgo de que se produzca una inmigración descontrolada a través de la frontera suroeste con México, ocasionada por la violencia criminal, por la corrupción y por la situación económica en América Central y en México.  Además, CFR señala una posible extensión del conflicto de Gaza en Siria y en el Líbano como un evento de alta probabilidad y alto impacto.  Así, el informe señala tres eventos de alta probabilidad y alto impacto, algo inédito en anteriores ediciones.

Otros riesgos señalados como de posibilidad mediana de ocurrencia, pero de alto impacto serían: a) una escalada militar en Ucrania que conlleve una intervención de la OTAN, b) una crisis en Taiwán que pueda llevar a los EEUU a enfrentarse a China, c) una confrontación militar directa entre Israel e Irán, d) un ciberataque disruptivo hacia infraestructuras críticas de los EEUU (incluyendo la electoral), y e) una crisis en el norte de Asia originada por el programa balístico de Corea del Norte.

Lo interesante es la concatenación de riesgos.  Así, la retórica antiinmigración que domina la discusión política norteamericana está íntimamente conectada con la petición de aumentar el aislacionismo de los EEUU, lo que repercute en la OTAN, en Ucrania y en el orden internacional establecido.  Además, un aumento del aislacionismo en EEUU podría ser interpretado por China como un mayor margen de maniobra para plantear un conflicto en Taiwan.  Por otro lado, Rusia podría aprovechar las elecciones norteamericanas para sembrar desinformación y aumentar la ya elevada polaridad.

En la sección de riesgos de posibilidad mediana e impacto también mediano figuran: a) una escalada militar entre las tropas turcas y las kurdas en Irak y Siria, b) una mayor confrontación militar entre el ejército saudí y los rebeldes hutíes en el Yemen, c) descontento de la población iraní por la represión política y la situación económica, d) descontento de la población egipcia ante las “elecciones” de 2024, aguzado por la situación económica y por las olas de refugiados, e) posibles enfrentamientos entre tropas indias y chinas en la zona de Cachemira, f) acciones agresivas de la Marina china en el mar del Sur de China, sobre todo en aguas filipinas, que podría derivar en un enfrentamiento entre China y los EEUU, y g) un golpe de estado en Rusia alentado por la elite debido a las sanciones y a la no progresión de la guerra en Ucrania.

A la muerte del emperador de Roma Teodosio el Grande, en el 395 d. C., pocos pensarían que en quince años la ciudad eterna, Roma, sería conquistada por los godos de Alarico.  Si entonces se hubieran debatido los riesgos geopolíticos del Imperio, mucho analista habría centrado su atención sobre los bárbaros de más allá del Rin o del Danubio, sobre los partos de la frontera con Siria o sobre las tribus bereberes en África.  Lo que hace tan grande a los EEUU, o al menos a sus mejores analistas, es su capacidad para realizar la introspección que lleva a determinar que, en ocasiones, los mayores riesgos emergen en casa, como de hecho sucedía en aquel imperio romano.

El escritor ruso Vasili Grossman afirmó “la historia humana no es la batalla del bien empeñado en derrotar al mal.  La batalla la libra un mal enorme que se empeña en aplastar un pequeño núcleo de amabilidad humana.  Pero si lo que hay de humano en los seres humanos no se ha destruido aún, ni siquiera ahora, entonces el mal nunca vencerá”.  

Con el conocimiento de la historia, con la introspección y con lo humano de los humanos se hará frente a los riesgos emergentes en este mundo de desorden duradero.