Es la hora de pensar constructivamente para reconstruir nuestro país, y eso se traduce en ideas de Estado, no cálculos de reelección

 

Dicen que la diferencia entre un político y un hombre de Estado es que el primero toma sus decisiones con base en lo que cree que será mejor para su reelección. El hombre de Estado actúa pensando en lo mejor para su país. España va a afrontar la mayor contracción de su economía desde verano de 1936, contracción que se traducirá en la mayor subida de desempleo en un solo año desde que hay registros. En mi opinión, veremos los próximos días los primeros ‘brotes verdes’ (empezando por el índice PMI de mayo de España, que saldrá la semana que viene y que apuesto a que subirá). Aprovechando el punto de inflexión, es la hora de pensar constructivamente para reconstruir nuestro país, y eso se traduce en ideas de Estado, no cálculos de reelección.

Propongo aquí cuatro, con el ánimo de alentar el debate constructivo, y ojalá que dicho debate resulte beneficioso para nuestro futuro:

Primero: afrontar la crisis de confianza mediante políticas tributarias. El hecho de que actualmente se encuentre en paro o en desempleo temporal más de un 40% de la población activa española hará mella en nuestra confianza, y la confianza es la antesala del consumo. Seguiremos consumiendo alimentos, pero diferiremos decisiones de compra de productos duraderos (como un coche) o de consumo que puede considerarse ‘no esencial’, como el turismo. El problema es que el primer sector representa un 10% de nuestro PIB (la mayor parte vía exportaciones, por lo que las ideas que doy aquí deberían también implementarse en nuestros vecinos clientes), y el segundo, un 12%.

Una forma de combatir dicha crisis de confianza consiste en anunciar IVA reducidos (inferiores a los actuales) durante un periodo de tiempo (por ejemplo, hasta junio de 2021) para compras de vehículos o para paquetes vacacionales. Esto podría adelantar nuestra función de consumo, con lo que se lograría una recuperación más rápida de nuestra economía, y por lo tanto del empleo. En el caso del turismo, el Estado podría otorgar ‘cheques de compra’ de noches de hotel, medida que se está implementando en China, con cierto éxito a tenor de la recuperación de su turismo doméstico.

Segundo: dinamizar el mercado de la vivienda para que pueda crear medio millón de puestos de trabajo de una forma rápida. Esto se podría conseguir con medidas como: a) implementar un programa de ‘help to buy’ (la pareja joven recibe de un banco una hipoteca no por un 80% de su valor sino por un 95%, y el Estado avala al banco por el 15%) para facilitar el acceso a la vivienda asequible, ii) incentivar la promoción para alquilar, para aumentar la oferta y así abaratar los alquileres, con un régimen regulatorio estable, aportando suelo el sector público mediante derechos de superficie y optimizando la tributación indirecta, iii) mejorar trámites para que las casas se entreguen en dos años (como ocurre en muchos países de Europa), no en tres (España), algo que encarece una vivienda media unos 14.000 euros de media, y iv) plantear que el IVA asociado a la compra de una casa pueda pagarse durante un número de años, no a tocateja.

Tercero: apoyar la solvencia de la pyme, no su liquidez. Las pymes representan el 40% de nuestro PIB y el 60% del empleo. Las caídas históricas de facturación que han tenido lugar durante el confinamiento han provocado una gran erosión de su solvencia, y muchas han tenido que cerrar, lo que ha repercutido en el paro. Hay que frenar la sangría. Creo que simplemente ayudándoles a obtener liquidez no atajamos el origen del problema: el deterioro de solvencia. Una forma de hacerlo sería dar préstamos condonables si el uso de los fondos se dedica a pagar costes fijos y/o a recontratar empleados despedidos. Se están llevando a cabo políticas así en EEUU o en Dinamarca.

Cuarto: apalancar los estímulos fiscales. España llegó a la crisis con una situación fiscal mucho más endeble que la de nuestros socios, ya que no quisimos o pudimos cerrar nuestro déficit fiscal estructural (independiente de ciclos), que se aproxima al 3% de PIB, en su mayor parte por las pensiones. La consecuencia es que nuestra capacidad fiscal para estimular la economía es menor que la de países como Alemania. Eso nos obliga a ser imaginativos. Una posibilidad consiste en ‘apalancar’ las inyecciones de forma que el mercado multiplique el efecto. Por ejemplo, los EEUU han desarrollado un programa de apoyo a empresas medianas, el ‘mainstream’, que pretende movilizar más de 600.000 millones de dólares para financiar este segmento empresarial. Los bancos que originan los créditos se quedan con el primer 5% de pérdidas, y venden el resto a la Fed, quien recibe a su vez una garantía del Tesoro sobre posibles pérdidas hasta un volumen de 75.000 millones de dólares. En otras palabras: con una inyección de 75.000 millones se han movilizado 600.000.

Decía John Adams refiriéndose a la Guerra de la Independencia de los EEUU: “Hemos luchado como guerreros, para lograr que nuestros hijos sean comerciantes, para sí lograr que nuestros nietos sean poetas”. Es la hora de un esfuerzo cuasi bélico, y corresponde dar lo mejor de nosotros para reconstruir nuestra España.