Hace unos dos millones de años aparecieron los primeros miembros del género ‘Homo’, el nuestro, en concreto en su primer eslabón, el ‘Homo habilis’. Al tratarse Olduvai de un terreno volcánico, los restos se han conservado sorprendentemente bien

¿Por qué somos quienes somos? Para responder a esta pregunta, que siempre ha obsesionado a la humanidad, hay que asomarse a la ventana de nuestro pasado. Y una de las mejores ventanas es el yacimiento de Olduvai, sito en el incomparable paisaje tanzano del Serengueti. Dicen que el Serengeti y el Ngorongoro, muy cerca del majestuoso monte Kilimanjaro, son de los lugares más bellos de África por la acumulación de vida animal.

En muchas ocasiones, los turistas se concentran en el safari fotográfico de leones, guepardos o elefantes, ignorando el maravilloso museo sobre nuestra evolución que tienen justo al lado. Según entraba a visitarlo, un norteamericano, que me había escuchado hablar, se dio la vuelta y me preguntó: «¿Eres español?». Yo dije que sí, y me respondió: «Aprovecha y acércate al yacimiento porque ahora mismo hay arqueólogos españoles trabajando».

Bajando nervioso hacia las excavaciones arqueológicas, observé unas figuras. Mi guía tanzano se puso a departir en suajili con un hombre blanco con pinta de explorador. Al rato, este último me miró e intercambiamos unas palabras en inglés hasta que me dijo: «¿Eres español?». Yo asentí, y a partir de ahí departí en mi lengua. Mi interlocutor era Manuel Domínguez Rodrigo, uno de los más importantes arqueólogos españoles. Junto con su compañero Enrique Baquedano lleva décadas excavando Olduvai, yacimiento tan importante sobre nuestros antepasados que ha sido denominado «la cuna de la humanidad».

Hace unos dos millones de años aparecieron los primeros miembros del género ‘Homo’, el nuestro, en concreto en su primer eslabón, el ‘Homo habilis’. Al tratarse Olduvai de un terreno volcánico, los restos se han conservado sorprendentemente bien, lo que le ha permitido acumular evidencia sobre el momento crucial en nuestra evolución en el que aparecen estos ‘Homo’. En concreto, en un mismo espacio se pudieron descubrir yacimientos de ‘Australopitecos-Paranthropus’ (anteriores a los ‘Homo’) y de ‘Homo habilis’.

Los ‘Homo habilis’ fueron los primeros en utilizar herramientas. Sus restos más antiguos son precisamente los de Olduvai. También se encontraron los ‘Homo erectus-ergaster’, que perfeccionaron el uso de dichas herramientas hará unos 1,7 millones de años. Se encontraron igualmente restos de ‘Homo sapiens’ (que quizás en el futuro se redenomine ‘Uxor sapiens’), sus sucesores y nuestra especie, evolucionada desde los anteriores eslabones, hará unos 200.000 años.

¿Cómo es posible que los arqueólogos españoles tengan un papel tan representativo en las excavaciones de tan crucial yacimiento desde hace veinte años? «Es un tema de constancia», me dijo. «Olduvai fue inicialmente explorado por paleontólogos alemanes, cuando Tanzania era parte de su imperio, antes de la Primera Guerra Mundial. Tras la derrota de Alemania, los británicos se hicieron cargo del territorio, y dominaron la explotación arqueológica. Fue en esta etapa cuando el matrimonio Leakey realizó su famoso descubrimiento de los cráneos del primer ‘Homo habilis’ en 1959, junto con un ‘Paranthropus’. Este hallazgo les permitió recibir financiación suficiente por parte de National Geographic y otras instituciones para completar una serie de capitales excavaciones, excavaciones que además de 60.000 fósiles y de otros campamentos base de cazadores-recolectores, identificaron las que posiblemente sean las cabañas más antiguas de la humanidad». Como afirma el profesor Domínguez Rodrigo, «nunca un yacimiento tuvo tanta trascendencia».

«A los ingleses les sucedieron los norteamericanos, hasta que a principios de siglo se premió el esfuerzo investigador de arqueólogos españoles en otras zonas de Tanzania, cediéndonos el gobierno el liderazgo de las nuevas excavaciones». El profesor llevaba ya diez años trabajando en Tanzania, en las excavaciones de Peninj, en el lago Natron, y actualmente hace lo propio en Olduvai, en el yacimiento Emiliano Aguirre, denominado así en honor del eximio antropólogo (y exjesuita) español de mediados de siglo, uno de los pioneros excavadores de Atapuerca.

«Darwin ya expuso la teoría de que los seres humanos procedíamos de África. Los yacimientos descubiertos a principios del siglo XX en Sudáfrica apuntaban en esa dirección. No obstante, el pensamiento occidental se negaba a aceptarlo, y buscaba orígenes en otras zonas, como en el Reino Unido (basándose en restos manipulados) o en Asia. Fue el descubrimiento de los Leakey, en Olduvai, lo que confirmó el que nuestros antepasados fueran africanos, de ahí su enorme relevancia. La zona está rodeada de volcanes, y su lluvia cenicienta preservó el paso de nuestros antepasados con una asombrosa precisión. Los restos nos permiten también trazar el traslado de animales cazados, su despedazamiento y el consumo de su carne y tuétanos».

«Después de haber desplazado a los norteamericanos, ¿cómo habéis conseguido mantener esta posición durante dos décadas?», pregunté. «De varias formas», me respondió. «Por un lado, hemos sido pioneros en utilizar inteligencia artificial y geoarqueología, lo que nos ha permitido duplicar el número de yacimientos descubiertos por los Leakey. Ellos lo hicieron en cincuenta años; nosotros, en menos de siete. Además, hemos descubierto un esqueleto parcial de Paranthropus, el más robusto de nuestros antepasados homínidos. Por otro lado, encontramos la evidencia más antigua de ‘Homo erectus’ en Olduvai (uno de los más antiguos de África Oriental), así como restos de un infante homínido que vivió hace 1,5 millones de años y que posiblemente murió de anemia por ausencia de consumo de carne, patología que hoy en día es solo humana».

«Con estas herramientas», proseguía, «hemos sido capaces de realizar la mejor reconstrucción hecha jamás de la dieta de los primeros seres humanos, con especial relevancia del papel de la carne y la caza en la vida de aquellos. Además, encontramos uno de los tres yacimientos achelenses de hachas de piedra más antiguos del planeta, con la aportación de contener la herramienta más compleja jamás hallada con esas cronologías: una ventana a la mente de aquellos humanos. Por último, lo más estimulante de nuestra investigación actual: hemos descubierto un conjunto de yacimientos de casi dos millones de años con una preservación sumamente excepcional que nos permite por primera vez acercarnos a la organización social y reproductiva de los primeros humanos»..

El reto de la financiación

“¿Cuál es el principal reto que afrontáis?”.  “La financiación”, responde.  Cómo no, la financiación, al igual que los Leakey.  “Es crucial para poder proseguir nuestros esfuerzos, y el modelo ideal es la combinación de la financiación pública y privada.  Los científicos españoles hemos dependido sobre todo de la primera, y es clave desarrollar la segunda si queremos que nuestros esfuerzos generen todo su potencial”.

Abandoné el majestuoso Serengueti impresionado por su belleza y su inigualable actividad animal e histórica.  También sentí alegría y orgullo por encontrarme con compatriotas punteros en el conocimiento de la principal ventana hacia nuestro pasado.  Ojalá que la financiación privada acompañe tan encomiable esfuerzo en la investigación de porqué somos lo que somos.